Hace unos 10 años empezaron a aparecer en Estados Unidos los “wine on tap” o vinos de barril.

 

El vino viaja desde de un pequeño tanque de acero inoxidable, que conserva al producto en un ambiente inerte, en ausencia de oxígeno. Al abrir el grifo asciende por un serpentín refrigerante y llega a las copas para que lo disfrutemos. Técnicamente es extraído con nitrógeno así el vino no se echa a perder, incluso si el barril quedase casi vacío. Este sistema además garantiza una conservación ideal.

En cuanto a los aromas, estos vinos no buscan demasiada complejidad tampoco están pensados para ser los protagonistas y el centro de nuestra conversación. Este estilo de vino es un compañero ideal para una tarde o noche en la que tengamos ganas simplemente de disfrutar una copa de vino con amigos.

En general, son vinos frescos y frutales, muy fáciles de tomar, ligeros y poco alcohólicos (suelen tener entre 12º y 13º). Algunas veces hasta pueden incorporar una pequeña aguja que nos dará frescura en el paladar. Esa burbuja es buscada por los vinateros para subrayar justamente la sensación de vino fresco e informal. Para conservar y potenciar esta chispa los “draft wines”, en general, tienen muy poca crianza en madera, así la fruta explota en el paladar a cada sorbo.