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Medina del Campo fue una importante población durante la Edad Media. En 1491 los Reyes Católicos dispusieron que fuera considerada como Feria General del Reino. Las transacciones comerciales convivían con las financieras, ya que ambas se complementaban y en el siglo XVI, Medina del Campo se había convertido en una de las principales plazas financieras de Europa.

Isabel I de Castilla tenía la corte en Medina cuando falleció el 26 de noviembre de 1504, en el Palacio Real.

Con estas referencias y con el testimonio que hoy nos ofrece el Castillo de la Mota (la fortaleza artillera más avanzada de Europa en el siglo XV), no nos debe extrañar que aún podamos descubrir tesoros propios de la “Tierra de Medina”, una serie de municipios que abarcaba pueblos como Rueda, La Seca o Serrada.

En este entorno y bajo la denominación de origen vinos de Rueda algunas, muy pocas, bodegas siguen elaborando el vino dorado, un vino generoso que bebían los Reyes Católicos y que fue afamado durante siglos.

Siguiendo esta huella nos hemos acercado a conocer Bodegas de Alberto, en Serrada, cuyo vino estrella es el Dorado, un vino, fermentado de forma tradicional con uvas verdejo y posteriormente embotellado en damajuanas que se dejan durante un año en un patio a la intemperie, para pasar a barricas de roble que conservan un porcentaje de los vinos criados con anterioridad y donde el nuevo caldo permanecerá, al menos, dos años más.

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La visita a la bodega supone un paseo interesante por la historia del vino de la zona. El edificio original es un monasterio que la familia compró en los años cuarenta del pasado siglo a unos monjes que elaboraban vino dulce de misa. Cuando entraron en el edificio descubrieron una cueva donde se fermentaba el vino en depósitos de hormigón integrados en la pared y se almacenaba en barriles para su distribución. Siendo ya Bodegas de Alberto, la gente del pueblo iba allí a comprar vino para lo cual tenían que bajar a la cueva por una escalera a cuyo inicio, un grifo ofrecía un trago de mosto a todo aquel que quisiera probarlo. Abajo, una gran tina de vino custodiaba el líquido que los parroquianos iban a comprar portando sus propios recipientes.

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Un kilómetro y medio de galerías ofrecen usos diferentes, desde guardar toneles donde envejece el dorado, a mantener a las botellas de crianza esperando su etiquetado.

Alrededor de este edificio primigenio han ido creciendo otras instalaciones donde podemos ver depósitos de hormigón, algunos enterrados, que se encuentran próximos a toneles donde trasegar el vino; una rara colección de toneles de madera utilizados para transportar el vino por ferrocarril. Y ya, de época más reciente, modernos depósitos de acero inoxidable.

La joya de la casa la encontramos en un patio donde un gran número de damajuanas albergan el preciado vino dorado, expuesto al sol, al frio, al calor; tan solo protegido por una ligera red metálica cuya función es evitar que el granizo o la lluvia fuerte golpee los corchos y destapone los recipientes.

Finaliza la visita con una cata de varios vinos de la bodega acompañados con un delicioso queso de la comarca. Nosotros tuvimos la fortuna de probar el Dorado, que era el objetivo de nuestra excursión:

Es un vino enriquecido con alcohol vínico, muy oxidado en su paso por las damajuanas y criado en barricas con solera, quizá por eso mucha gente lo compara con el Jerez. Tiene muchas similitudes, pues es un vino claramente amontillado, con aromas florales y a frutos secos. Y ahí se acaban los parecidos; ni es tan seco como lo puedan ser los finos o las manzanillas, ni tan aromático como los amontillados u olorosos.

El Dorado es un vino muy elegante a la vista, amarillo “dorado”, con algún destello ámbar, limpio y brillante. Desprende un potente aroma a nueces y frutos secos envueltos en flores blancas. En boca es seco, envolvente con una acidez cuidada y ligeramente salado. Muy buen vino.

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Su precio, de casi 25,00 € por una botella de 50 cl., obedece más a la presión de la demanda que a los costes de producción, por lo cual la bodega se ha visto impulsada a venderlo en una botella de diseño que se guarda en una caja de cartón muy bien decorada.

Lo que se compra es un vino exclusivo (Bodegas de Alberto afirma que actualmente es el único elaborador tradicional del Dorado de Rueda, bajo exclusivo método de crianza oxidativa en damajuanas expuestas al sol y posterior envejecimiento en soleras, conservando la madre de más de 70 años) y aunque hay un par de bodegas que también ofrecen vino dorado, la exclusividad del que hemos probado nos ha parecido que justifica el precio.

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