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Aunque su irrupción sucedió en el siglo XVII, lo cierto es que la aparición de las botellas de vidrio fue resultado de siglos de evolución que se remontan a la Venecia del siglo XIII donde estudiosos y científicos empezaron a estudiar el vidrio. Aprendieron primero su composición y posteriormente a manipularlo.

Las botellas que por aquel entonces se elaboraban a mano, no tenían la misma forma que las botellas que conocemos actualmente. En esa época, las botellas eran más redondas y las paredes de la botella, por lo general eran mucho más finas, ya que se hacían con la técnica del vidrio soplado.

 No fue hasta un siglo XVIII cuando se empezaron a fabricar botellas más alargadas.

 

En cuanto a la capacidad de las botellas, 750 ml, existen varias teorías. La que a nosotros más nos gusta dice que  los sopladores de botellas podían fabricar botellas de entre 700 y 800 ml de una soplada. Para hacerlas de mayor tamaño había que tomar aire de nuevo haciendo que el proceso fuese más lento, más trabajoso y el vidrio más delicado.

En el año 1821, H. Ricketts & Co. Glass Works Bristol patentó el método de elaborar botellas de vidrio de forma mecánica y así nació la botella de vino que hoy en día vemos en todos los supermercados.

El que sea la teoría que más nos gusta no quiere decir que se corresponda con la realidad, pues parece que esta es más prosaica, con un claro enfoque comercial:

En el siglo XIX el principal mercado de vino francés era Inglaterra, pero los británicos tenían como unidad de volumen el galón imperial, que equivalía a 4,54609 l. Para simplificar las compras en Burdeos se comenzó a fabricar barriles de 225 l, 50 galones, lo que correspondía a 300 botellas de 750 ml, de forma que un galón equivalía a 6 botellas. Y el vino embotellado se vendía, y se vende, en cajas de uno o dos galones: 6 o 12 botellas.

¿Y el color? Las primeras botellas sopladas ya nacieron de color verde oliva o verde pardo, por accidente: el humo del horno usado para fabricarlas teñía el vidrio.

El color oscuro verdoso característico de las botellas de vino tiene la intención de preservar las características del vino y evitar que la luz lo estropee. Tras varios estudios se llegó a la conclusión de que el color verde es el color que mejor tapa los rayos ultravioletas del sol.

La luz es uno de los enemigos acérrimos del vino. Y por ello, casi todos los vinos se presentan en botellas con el cristal oscurecido, en tonos verdosos, marrones o en el más elegante negro.

Muchas de las botellas han sido tintadas con un pigmento que mantiene a salvo al vino de las radiaciones ultravioletas. Sin embargo, cuando el color del propio vino es tan atractivo como en los rosados y blancos, los bodegueros no pueden resistirse a mostrarlo. Es en estas dos tipologías de vinos donde abundan más las botellas transparentes.

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Las primeras botellas usaban tapones de vidrio ajustados al cuello de la botella mediante polvo de esmerilar y aceite, y se sujetaban con una cuerda alrededor del cuello; de hecho, la forma del gollete de las botellas actuales tiene este origen, pues servía como apoyo o tope para sujetar la cuerda que se enrollaba a su alrededor

 

Con la aparición de las botellas de vidrio, el vino se pudo almacenar durante más tiempo sin que sus propiedades químicas se viesen alteradas. Al dejar almacenado el vino más tiempo en botellas, la gente empezó a darse cuenta que el vino sabía y olía mejor.

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Prácticamente cada región vinícola tiene su propia forma de botella, pero si dejamos a un lado la redondeada botella bocksbeustel, con versiones parecidas en algunos vinos italianos y portugueses, la mayoría de las botellas responden a dos morfologías: cilíndrica con hombros anchos (tipo bordelés) y cilíndrica con hombros inclinados (tipo borgoñón) –aunque en Rioja se utilizaba este tipo de botella antes de nacer el modelo de Borgoña-

El modelo de hombros anchos permite retener partículas que tenga el vino y que estas no caigan a la copa al servir el vino. El de hombros inclinados tiene un efecto totalmente contrario, y ya hemos explicado, al hablar de los vinos espumosos, cómo esta forma permite que las lías se desplacen hacia la boca de la botella.

En cuanto al hueco existente en el fondo de la mayoría de las botellas está pensado para bajar el centro de gravedad y hacer que sean más estables, además de otras funciones, como en el caso de los espumosos, cuya intención es soportar mejor la presión del gas, medida que va acompañada con un vidrio bastante más grueso que en otras botellas.

Aunque la botella que más se utiliza es la de 750 ml. Por su facilidad de transporte y almacenaje, esto no quita para que se fabriquen otros formatos:

Cuarto, 0,20 l.

Media,0,375 l.

Medio litro, 0,5 l.

Botella, 0,75 l.

Magnunm, 1,5 l.

Jeroboam, 3 l.
Rehoboam, 4,5 l.
Matusalem o Imperial, 6 l.
Salmanazar, 9 l.
Baltasar, 12 l.
Nabucodonosor, 15 l.

Salomón, 18 l.

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