


El “coupage”, es una técnica, usada desde antaño, que tiene como fin alterar los mostos para alcanzar una mayor calidad. Para los enólogos esta opción es el antónimo de la composición monovarietal. Diferentes uvas potencian a un vino siempre salvaguardando sus esencias más íntimas.
En Francia, la palabra “coupage” es muy fea y se usa solo para los vinos de inferior calidad. Para los vinos buenos la palabra que utilizan es: “Assemblage”.
Mientras que en España el ensamblaje es el proceso por el que se mezclan varias partidas de vino procedentes de variedades de uvas distintas o partidas de vino procedentes de una sola variedad de uva pero de varias parcelas del viñedo. El ensamblaje se puede realizar antes de la crianza del vino en barrica, a mitad de la crianza o al finalizarla (justo antes del embotellado).
La fórmula “coupage” es muy tradicional y la más ampliamente usada en toda Europa. La moda de los monovarietales es de los años 80. Antes, incluso en una misma parcela, había plantadas distintas variedades que se vendimiaban y se encubaban juntas.
¿Cuándo se hace la mezcla? Pues cada maestrillo tiene su librillo pero lo más normal es hacerlo justo antes de embotellar. Se preparan muchas muestras, con diferentes proporciones, se catan todas, se recatan, se vuelven a catar antes de tomar una decisión. Es un momento muy importante y da muchos quebraderos de cabeza… Hay que imaginarse como será eso años después y que sea bueno.
Podemos mezclar uvas pero no añadas al menos no en los vinos de Denominación de Origen. Los vinos de mesa sí pueden llevar vinos de diferentes añadas. Aunque esto ya no se considera un “coupage”, solo un emsamblaje.
En los Vinos de Rioja Tintos lo tradicional es mezclar:
Tempranillo. Tiene mucho color y una buena dosis de tanino.
Garnacha. Es más productiva y madura con facilidad así que los años complicados es la que nos va a dar un buen grado.
Mazuelo. Su buena acidez refresca el vino y le da longevidad.
En Ribera se ha optado más por hacer vinos monovarietales de tempranillo, aunque algunas marcas, como la prestigiosa Vega Sicilia siempre ha ofrecido vinos con un complejo y excelente “coupage”.
Monastrell es la uva estrella en los viñedos de Alicante, Bullas, Jumilla y Yecla, donde algunos bodegueros la mezclan con Cabernet Sauvignon, Shiraz, la autóctona Bobal o, incluso, Pinot Noir, para conseguir caldos excelentes.
Y así podríamos ir recorriendo todas las zonas donde encontramos bodegueros que quieren dar un toque singular y de calidad a sus vinos a través del “coupage”, dentro de las normas establecidas en su D.O.
Recientemente hemos probado un vino con un “coupage” muy singular donde se mezclan uvas tintas con pequeñas proporciones de uvas blancas (algo que era muy habitual en Rioja), que aportan al resultado final una gama de aromas y una acidez que lo hacen especialmente delicioso.
El Regollar
Bodega: Amaren
D.O. Rioja
Tipo: Tinto, crianza de 2014
Variedad: Tempranillo, Garnacha, Graciano, Viura, Malvasía de Rioja.
Las uvas proceden de una finca de muy baja producción que sus propietarios vendieron porque era poco rentable y que Amaren compró con la intención de hacer un vino singular. Y lo que han conseguido ha sido elaborar un vino antiguo, un vino de otra época que sabe a vino y que ofrece una multitud de matices que no corresponden a los de los vinos afrutados y golosos que se consumen hoy día.
Al acercarse la copa a la nariz se percibe un fuerte olor a barrica, a madera, a roble, vainilla y café tostado, huele a bodega y a vino de los de antes. Según se va agitando la copa van surgiendo aromas envolventes y más suaves: menta, ciruelas rojas…
En boca es astringente y con una acidez que le reporta mucha frescura. Pleno, llena la boca y deja un gusto largo al tragarlo, aunque no tiene mucho bouquet.
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Lo menos bueno su precio, alrededor de 60,00 €. Pero habrá que rentabilizar la parcela si queremos seguir disfrutando de esta maravilla.
