



Los tres países con mayor producción de vino del mundo son Italia (48,5 mhl), Francia (45,4mhl) y España (40,9mhl). Se podría pensar que estos países también liderarían la lista de consumo de vino per cápita. Sin embargo Italia y Francia sí se encuentran en las primeras posiciones, pero España ocupa la posición 20. Estos datos representan todo un reto para promocionar el vino aquí, ya que, siendo el tercer productor, el vino no se consume en el mismo país. Así que viticultores, bodegueros y distribuidores están haciendo esfuerzos por captar nuevos clientes, especialmente entre la gente joven.
En una reciente conferencia Carola P. Badua, directora de comunicación del Institut Català del Suro (ICS) y experta en millenials, expuso varios ejemplos prácticos utilizados por marcas de vino que están usando las nuevas tecnologías y las nuevas tendencias de consumo para acercarse a la gente joven.
En esta entrada comentamos alguno de los ejemplos reseñados por Carola.



1. Las redes sociales son el espacio de relación que tienen los jóvenes. Tener presencia en instagram, Tik tok, Twitter, Facebook u otras, es un factor vital para llegar a los jóvenes. Lo cual supone ser interactivo, no solo dar información sino también recogerla; aprovechar los comentarios positivos que hagan sobre nosotros, recoger selfies en los que aparezcan nuestros productos, crear espacios para el intercambio de opiniones, …
2. Últimamente está tomando mucha fuerza el consumo de productos de proximidad, el territorio, el apoyo al producto local, la agricultura ecológica, biodinámica, etc. Muchos vinos encajan en todos, o en parte, de estos conceptos que, bien comunicados, podrían atraer a los jóvenes al un consumo responsable. Mostrar lo que se hace en el viñedo, qué tratamiento se da a la uva, qué procesos se llevan a cabo en la vinificación, …
3. En California, un grupo de vitivinicultores se han puesto de acuerdo para ofrecer a sus clientes la posibilidad de visitar las bodegas, conocer los viñedos y los lugares singulares que hay en los alrededores. No se trata de la típica visita a la bodega, sino que se facilita a los visitantes una furgoneta, planos y una relación de personas de contacto, para que ellos pasen uno o varios días de excursión en ese ambiente.
4. Estamos muy acostumbrados a ver marcas de cerveza que patrocinan fiestas y eventos lúdicos ¿y qué tal si lo hacen las marcas de vino?
5. Una empresa catalana, aprovechando los conocimientos de marketing del hijo de uno de los bodegueros, lanzó una campaña “gamberra” donde, sin cambiar la etiqueta propuso conceptos como La Guía del Michelin, El Tripa Advisor o la búsqueda de Bandarrinas, lo incorporó al packing y abrió una línea de comunicación a través de Instagram. En un año se triplicó la venta de ese vino.
6. La etiqueta puede facilitar la elección de un vino en el lineal pero, cuando abrimos la botella, la primera información nos la aporta el corcho. A una bodega Australiana se le ocurrió poner en cada uno de sus corchos uno de los 19 crímenes por los cuales los británicos deportaban a la isla a los delincuentes. Fue un éxito, los corchos se coleccionaban y hubo quien se hizo llaveros o mosaicos con ellos.
No hace falta ser australiano ni centrarse en los crímenes para hacer del corcho un elemento coleccionable; se pueden hacer dibujos que merezcan la pena conservar, contar historias a través de códigos QR, o cualquier otra alternativa que nos sugiera nuestra imaginación.

¡Ah! Y hay una premisa que se debe cumplir:
El vino tiene que ser bueno.
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