



El Fondillón es un tipo de vino de Alicante único en el mundo, reconocido por la Unión Europea en su base de datos E-bachus y con una especial protección dentro de la Denominación de Origen Alicante.
Sus principales virtudes son que procede de la sobremaduración de la uva Monastrell en la cepa, y como tal está tipificado. Algo que se puede hacer en Alicante en determinadas vendimias gracias al largo verano y a la poca humedad y limpieza del ambiente que puede alargar el ciclo de vida de la uva Monastrell ya de ciclo tardío.
Otra de sus singularidades es que el alcohol procede exclusivamente de la uva, no recibe añadidos de ningún tipo. Esto también lo diferencia de otros vinos protegidos aunque guarde algunas semejanzas organolépticas con los Oportos o algunos vinos de Jerez, que si tienen añadidos. El mínimo de alcohol permitido en el Fondillón es de 16%.
La carga de azúcares de la Monastrell es alta y su potencia de color y aromas también, lo que permite que el vino pueda tener una vida tan larga, esencia del producto.
El mínimo de crianza es de 10 años. Lo que lo hace especial y diverso es también el tipo de toneles y barricas utilizados. En muchos casos, son los viejos toneles alicantinos o monoveros, con volúmenes que pueden ser superiores a los 1.200 litros y que aportan esa carga de madera y toques cálidos que encontraremos en el.
El Fondillón es uno de los grandes vinos de España con nombre propio, es uno de los seis vinos junto con Champagne, Cava, Jerez, Tokaj y Oporto que tiene derecho a llevar su propio nombre según la normativa de la Unión Europea. Es un vino exclusivo y que estuvo a punto de desaparecer, lo que sin duda hubiera sido una gran pérdida para la enología y para los amantes de los buenos vinos. Este vino tiene su origen en los desaparecidos viñedos de la huerta de Alicante, Muchamiel y San Juan de Alicante y en las partidas de La Condomina, Orgegia, Fabraquer, Ravalet y Benimagrell de la propia ciudad de Alicante en cuyas tierras arenosas cálidas y atemperadas crecían las cepas de Monastrell.
Y se puede decir que nació de la casualidad, fruto de una legislación del Derecho Romano de explotación de las tierras, de la austeridad del campesino y de su paciencia. Durante mucho tiempo se practicó la costumbre tradicional de cesión de tierras en el régimen especial de enfiteusis, que consistía en que mientras quedaran vides en producción de las que se plantaron en su día, la explotación de los terrenos seguía siendo derecho del arrendatario. Los propios arrendatarios de la viña cortaban aquellas escasas uvas, casi pasas, que habían alcanzado su sazón en la misma cepa. Las estrujaban en el lagar y aquel mosto denso se ponía a fermentar en los toneles más viejos al fondo de las bodegas (posiblemente ese sea el origen de su nombre). Gracias a estos contratos de arrendamiento el Fondillón logró pervivir durante mucho tiempo. Pero la voracidad urbanística de Alicante acabó por construir en estos terrenos. La gente del Fondillón se tuvo que desplazar al interior, hacía Monóvar o Villena, donde actualmente se produce.

El Fondillón ya era conocido durante el Renacimiento. Francisco Martínez Montiño, cocinero mayor de Felipe II (1527-1598), cuenta que los príncipes japoneses que visitaron al monarca, reconocieron el Fondillón que habían llevado los navegantes españoles a Oriente.
El Duque de Saint-Simon , cronista oficial de la corte del “Rey Sol” Luis XIV de Francia relata, en unas memorias que tituló “Journal de la maladie du Roi”, cómo en los últimos días de su vida, su Majestad tomó bizcochos mojados en Fondillón para satisfacer así uno de sus más exquisitos hábitos.
En “El Conde de Montecristo” (Alejandro Dumas 1844) también queda reflejada la relevancia de nuestro vino cuando el autor nos relata en una escena cómo el conde le ofrece al marqués de Cavalcanti, buen conocedor de vinos, elegir entre una copa de Fondillón, Oporto o Jerez, respondiendo el marqués que su favorito es el de Alicante.
Si “el Rey Sol”, Luis XIV de Francia, lo tomaba con galletas y los personajes de Alejandro Dumas en “El Conde de Montecristo” con bizcocho, hoy día se consume solo o maridándolo con frutos secos, frutas pasificadas, turrón, quesos azules cremosos como el Roquefort, ahumados, salazones, chocolate de calidad, repostería, etc. Debido a su potencia aromática generalmente en España es preferido como vino de sobremesa aunque también se sirve como aperitivo.
A mi me gusta probar los vinos con la comida y creo que todos los vinos tienen sus platos. En el caso del Fondillón, todo aquello que lleve tomate, que sepa a umami: pasta, pisto; también con carnes guisadas potentes; carrilleras, rabo de toro, osobuco.
¿Y a qué sabe el fondillón? Pues es difícil de responder porque es un vino único. Utilizamos analogías para describir los vinos, pero tenemos una base común, un conocimiento compartido que hace que eso sea relativamente sencillo ¿y cuándo no tenemos esa base común? Pues es más difícil. Imaginemos cómo sería explicar las caracterísicas del Jerez a alguien que no haya probado nunca ese tipo de vino.
Se compara el Fondillón con el Jerez o con el Oporto aunque yo me siento más cómodo comparándolo con el Madeira. Ambos tipos de vino comparten esa densidad en la boca, un sabor dulce pero no empalagoso, que junto a cierto grado de acidez provocan una sensación refrescante y muy agradable. Con aromas a barniz rancio y madera vieja.
Nosotros hemos probado el Fondillón 1996, de Bodegas Monovar, hermano más que digno del Fondillón 50 años que ha sido elegido por el Ministerio de Agricultura como el mejor vino español de 2020
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Fondillón 1996
Bodega: Monovar.
D.O. Alicante.
Tipo: Fondillón, 100% Monastrell. Selección manual de uvas sobremaduradas, despalillado, fermentación durante 3 semanas con remontados frecuentes. Final de fermentación con 16/18 % de alcohol y 30 gr de azúcar residual. Trasiegos y crianza en toneles de 1.730 litros de roble americano viejo durante 20 años.
Nariz muy potente, Huele a madera muy vieja, con notas amieladas. Los toques son finamente ahumados y salinos, Vuelven las notas a maderas antiguas. Poco a poco se va abriendo a recuerdos de café, tabaco, higos secos y notas de caramelo.
En boca es un vino amable, no muy dulce, suave, y ligeramente ácido. Se pasea tranquilamente por el centro de boca ofreciendo una gran longitud que hace al vino eterno en boca.
Delicioso.
75.00 €
